Un agarre de venganza
Puntuación: +8+x

¡Entré rompiendo la ventana, hiriéndome en el proceso! Sin embargo, ya nada me impediría completar mi venganza.

Empecé a buscarlo por todos lados con gran frenesí, y su figura temblorosa apareció ante mí ¡Era él!, mis emociones rápidamente se desbordaron al verlo parado ahí.

En ese instante empecé a revivir todos los recuerdos que me llevaron ante él. Comenzando todo un jueves 23 de febrero, con mi nacimiento y el de mi enemigo. Desde ese día viví a la par de él, pero su trato hacia mí fue tan horroroso y espantoso que, si no hubiese sido por el consuelo de nuestra madre, probablemente mis acciones hubieran provocado algo monstruoso.

No sé por qué, pero siempre sentí que su presencia me vigilaba y no me dejaría vivir, ¿Talvez sus actos fueron provocados por mi figura? ¿O quizás mi forma de ser?, nunca descubriré las motivaciones de sus acciones, y probablemente el único monstruo verdadero fue él.

Debí seguir intentando superar esas emociones, ya que ahora 32 años habían pasado y nuestros padres nos habían abandonado. Lamentablemente, aún vivíamos juntos en la casa familiar. Nada había cambiado: él mandaba y yo obedecía. Parecía que eso era todo lo que éramos y seriamos, o eso pensé hasta que tuvimos un accidente fatal.

Internados, nuestra relación fue fragmentada, al principio sentí que por fin sería libre de los sentimientos que me agobiaban, pero estos no se fueron… No podía creerlo. ¿Cómo era posible? ¿Era acaso algún tipo de maldición? No, solo había un culpable. Uno que aún respiraba, pero no por mucho tiempo.

Estos recuerdos se habían desbordado de mi mente nublándola por un instante, pero nada ni nadie me impediría completar mi cometido. Me abalancé sobre él y empecé a perseguirlo como una fiera salvaje, él se tambaleaba intentando huir de mí, pero mis cinco extremidades no lo dejarían huir. Expresando con su rostro un profundo horror, buscó con consternación y saco el arma que nuestro padre ocultó.

Apuntándome con ella, ¡disparó! acertando violentamente en mí, pero no logrando evitar que yo rodeara su cuello, y con mis dedos deje caer todos los años de vil tormento.

Completada mi venganza reposé alegre. Qué irónico: su propia mano derecha, el símbolo de máxima confianza, acabó con su vida sin pronunciar palabra alguna… Y ese sentimiento que tanto me persiguió, desapareció. Ahora puedo descansar feliz…

1200px-Georgia_O%27Keeffe_%E2%80%94_Hands_MET_DP232991.jpg
Si no se indica lo contrario, el contenido de esta página se ofrece bajo Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 License