Ella era la hija de un alcalde envidioso
Él era conocido como un ladrón vicioso
Aún así se enamoraron, sin conocimiento de otros
Teniendo citas secretas, buscando sus rostros
En la oscura noche hicieron sus votos.
En una fría mañana de neblina fue llevado
Para ser juzgado y asesinado,
Cuando iban a escapar, él fue colgado,
Y ella por amor falleció junto a su amado.
Han pasado muchos años desde tales eventos,
Sus restos mortales desechos.
Ya nadie recuerda aquellos terribles hechos.
Excepto por aquel alcalde que siempre enciende una vela,
Pero todos tienen que pagar por los pecados, incluso los que velan.
El corazón de un amante nunca olvida,
Cuando un fantasma no acepta el destino que se le asigna.
El alma llena de ira se hace eterna,
Desde la tumba se escuchá el dolor y a las mentes hace merma.
Cuando el viento susurra tras su paso,
El alma que emerge en el ocaso,
Busca venganza del pecado.
Desde las sombras, buscará aliviar su sufrimiento,
Con dolor y amor, su eterno juramento.
Atado por la oscuridad empieza las noches de la muerte.
En cada ocaso hay un infame inerte.
Pero el dolor no desaparece,
La venganza no puede reemplazar el descanso que no merece.
La muerte no libera del cruel exilio,
Cada noche, desde la tumba, un susurro vacío.
El viento del norte trae su lamento.
Sus nombres y dolor, en eterno tormento.
Cada noche se levanta para hacer pagar los pecadores,
Todos los que lo alejaron de quien amaba eternamente,
Recordarán por siempre
Su amor inclemente.