Aquello que cayó del cielo
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por Llamas

Si los dioses sienten cosas similares a las humanas, ese día hace cientos de años estaban terriblemente enojados. ¿La razón? Es un misterio para nosotros. ¿Cómo lo supimos? El cielo nos lo dijo; nubes rojas y violetas surcaban el cielo, lluvia de sangre, rayos y truenos que al caer congelaban. Los ríos se envenenaron, incluso las pestes morían y nada podía salvarnos.

Fue entonces cuando la descubrimos: La Taumaturgia. Pudimos defendernos de la lluvia de sangre y los rayos congelantes; sanamos el agua y protegíamos las cosechas. En el momento que la catástrofe terminó, éramos más poderosos que nunca.

Nuestra civilización floreció, creamos arte, literatura, cultura. Pero también nos volvió codiciosos; hubo guerra, hambruna, dolor… sí encuentras este mensaje espero que tu especie nunca descubra la taumaturgia.

Si ya lo hizo, mis condolencias.

- Tablilla metálica encontrada en los restos de un meteorito, tiene el grabado de un conjunto de runas desconocidas y un texto de un lenguaje que no se logró decodificar. Se teoriza que las runas son catalizadoras de un hechizo de comprensión de lenguajes.


—¿En qué punto fue que lo entendimos? Soy el más viejo aquí y ni yo mismo sé cuándo, no estamos solos en el universo. Así es, la vida más allá de la Tierra existe… Ya hubo un visionario que intentó manipular la energía nuclear mediante la taumaturgia, ¿quién nos asegura de que no haya alguien más que lo desarrolle o que cree alguna otra rama que escape a toda lógica y no podamos asegurarla y tenerla bajo control? — Magnus Sextus, el hada anciano, se encontraba de pie ante sus compañeros del Magnorum Undecim. Todos ahí fueron grandes ponencias en materia de la taumaturgia.

—Estás siendo un extremista, sabes que hay civilizaciones de tipo 1 ahí fuera. No somos los primeros ni los últimos en toparnos con la magia, el espiritismo y la alquimia. — Comentó Magnus Septimus, otrora miembro de la Sociedad Taumatológica Ecléctica. Era un enano, el ultimo compañero de Geist que aún continuaba con vida.

—¿Y sabes que tienen en común todas esas civilizaciones? en ningún punto aprendieron a manipular la energía fundamental del universo, su avance tecnológico no depende de las energías místicas. No hemos encontrado una civilización tipo 1 que utilice la taumaturgia del mismo modo que nosotros. Todo lo que tenemos es una supernova y un trozo de metal que vino en un meteorito. — Le responde Magnus Sextus mientras seguía sosteniendo la placa metálica en sus manos, tratando de desentrañar los secretos. Sabían que era una aleación, pero por el momento no habían descubierto los metales que la componían, pero lo que si sabían era su antigüedad: 300,000 años aproximadamente.

—La paradoja de Fermi solo es el miedo de alguien que apuntó hacia el cielo y pensó que estábamos solos cuando no encontró nada. Pero nosotros sabemos que existe la vida más allá del cosmos, no podemos dejar que los miedos del mundo nos afecten a nosotros también. Prevaleceremos, y en caso contrario, nos aseguraremos de que este no sea el fin de todo. — comentó Magnus Tertius, no estaba dispuesto a seguir escuchando los disparates de ese anciano senil. —No debemos ver el peor de los escenarios. Hemos visto cosas peores, una placa no debería alterarnos tanto—.

— En cualquier caso, si esa vida de afuera viene, lucharemos — profirió Magnus Nonus, un anciano caballero con una apariencia de treinta años, que había estado al servicio del Rey Arturo.

—Analizaremos la composición del material más tarde, si cayó en caída libre contra la Tierra y no sufrió un solo rasguño podría tener muchos usos en la vida cotidiana o en la tecnología aeroespacial — mencionó Magnus Decimus, el representante del concejo architaumatúrgico, los especialistas en lo referente a la alquimia.

Magnus Sextus cedió ante la presión del resto del Magnorum Undecim y les entregó la placa metálica. Continuaron con la reunión sin problemas, tenían que mantenerse unidos a pesar de sus diferencias. Si no somos los únicos en el universo, entonces alguien tiene que estar observándonos, esperando que nos equivoquemos. Pensó para sí mismo…..


Zhuthkakh Hosuug, mejor conocido como Magnus Sextus; sale de la reunión, parecía que ellos no podían pensar a largo plazo, la mayoría son demasiado jóvenes para eso, velar por el bien de la vida inteligente como conjunto y no solo como especies e individuos. Se preocupaban más por sus propios intereses y no respetaban el juramento del Magnorum Undecim, al menos esa era su opinión.

Llega a su oficina pensando en el resultado de la reunión, ya qué entre los presentes lograron determinar la dureza del material, habían decidido de forma unánime que crearían una nave capaz de soportar los viajes interestelares. Hasta el momento no había ningún material que pudiera soportar semejantes presiones, pero ahora que les había llegado aquel metal caído —literalmente— del cielo se determinó que dichas naves eran factibles.

Prende la computadora y ve la fecha: 17 de julio de 1969, en tres días Estados Unidos iba a enviar un cohete a la Luna, como resultado de años de investigación aeroespacial. Magnus Sextus piensa para sí mismo que eso carece de mérito, no eran los primeros en llegar, después de todo las hadas habían llegado allá hace miles de años con el fin de conquistar nuevas tierras, aunque eso fue por medio de un ritual de teletransportación de alta magnitud, jamás regresaron. Eso no era de conocimiento público, y Magnus tenía la teoría de que habían muerto por la falta de oxígeno.

El hada se encontraba ensimismado pensando en lo sucedido durante la reunión del Magnorum Undecim hasta que es interrumpido por una voz familiar:

—¿Y en qué estás pensando tan serio? se te notan más las arrugas cuando te veo preocupado

—Como siempre tus visitas llegan en los momentos menos oportunos. Estaba pensando en el futuro de la vida inteligente en el universo. — Responde Magnus Sextus mientras voltea a mirar a la persona que acaba de entrar a su oficina.

— ¿El futuro de la vida inteligente en el universo? Siempre estás pensando en las cosas más inútiles.

— En absoluto es inútil, Carlin. Pero si estás aquí imagino que ya tienes listo el informe que te pedí, ¿o no? — observa al humano fríamente. Seguía sin entender cómo es que los humanos estaban tan felices viviendo vidas cortas, si bien había algunos que buscaban la inmortalidad él no conocía a ninguno que la hubiera encontrado con éxito.

Carlin asiente y le entrega el informe, el hada lo toma y comienza a leer. Pasados unos minutos vuelve su mirada a Carlin y le dice — Entonces, supongo que no hay más noticias sobre la nave que sobrevoló la Base #0

— Eso es correcto, Magnus. Hemos buscado en todo el planeta y no hemos encontrado pistas, ni siquiera revisando las grabaciones de los observatorios.

—¿Dónde está? — Murmura casi para sí mismo.

— ¿Qué? — pregunta Carlin, sin entender lo que quiere decir.

— Nada, es que siento que hay algo que no estamos viendo.

El humano no sabe que decir, por lo que permanece en silencio por unos momentos, esperando una explicación del hada. Pero Magnus Sextus no dice nada más y sigue mirando el informe.

—Te dejaré con tu trabajo, entonces — dice finalmente Carlin, dándose cuenta de que el hada no va a revelar nada más.

Magnus Sextus se queda solo en la oficina mirando el informe y la placa de metal, piensa mucho en lo que va a hacer a continuación. Mirando al vacío, reza para que la taumaturgia no sea el gran filtro del que tanto advertía al resto del Magnorum Undecim.

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