Protocolo Génesis
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por Howard

AGIAT - DOCUMENTO CLASIFICADO

PROGRAMA DE RECLUTAMIENTO Y FORMACIÓN


PROTOCOLO GÉNESIS

Clasificación: ULTRA SECRETO

Autorización requerida: Nivel 4 o superior

Fecha de última revisión: CLASIFICADO


1. OBJETIVO

El Protocolo Génesis establece los lineamientos para la identificación, selección, reclutamiento y formación de individuos en estado de vulnerabilidad, con énfasis en huérfanos y menores sin filiación comprobable. La premisa fundamental es que aquellos educados, entrenados y moldeados por la AGIAT desde una edad temprana desarrollarán una lealtad inquebrantable y una integración plena en los objetivos de la Agencia.

El programa tiene como finalidad garantizar una fuerza operativa altamente capacitada, asegurando el acceso temprano a individuos con habilidades excepcionales, predisposición a la obediencia estructurada y resiliencia psicológica.

No recuerdo cuándo dejó de doler. Quizás el dolor, como todas las cosas, se desvanece en la memoria, convirtiéndose en una sombra que apenas roza los bordes de la conciencia. Lo que sí recuerdo es el hambre: un nudo persistente en el estómago, una presencia tan constante como el polvo en las calles desiertas. La sed, por su parte, era un fuego lento que consumía la garganta, un recordatorio de que el cuerpo, a pesar de todo, insiste en su fragilidad. Pero el miedo… el miedo era distinto. No era una sensación, sino una entidad, un espectro que habitaba en los susurros de la noche, en los ecos lejanos de los gritos, en las explosiones que iluminaban, fugaces, las ruinas de la ciudad.

No sé cuánto tiempo permanecí en aquel infierno. El tiempo, en esas circunstancias, pierde su significado. Se convierte en una sucesión de instantes, cada uno más largo que una eternidad. Pero un día, la agencia me encontró.

Yo ya no esperaba ser encontrado. Había dejado de creer en la posibilidad de salvación, en la idea de que alguien pudiera venir por mí. Los salvadores, pensaba, eran una invención de los cuentos, una mentira que los niños se cuentan para soportar la oscuridad. Pero ellos no eran como los soldados que conocía, aquellos que gritaban en un idioma extraño y disparaban sin vacilar. No, estos eran distintos. No tenían miedo. No tenían hambre. Eran eficientes, metódicos, como si cada movimiento estuviera predestinado, como si el mundo entero fuera un escenario y ellos sus actores perfectos. Me vieron entre los escombros, un niño demasiado flaco, demasiado sucio para importar. Y, sin embargo, me llevaron con ellos.

Los observé con una mezcla de fascinación y temor. No temblaban, no dudaban. Sabían exactamente qué hacer, como si el caos fuera un lenguaje que dominaban a la perfección. No parecían personas, sino algo más, algo que trascendía la humanidad. Me sentí pequeño a su lado, insignificante. Y en ese momento, una idea se apoderó de mí, clara e inexorable: quería ser como ellos.

No me preguntaron mi nombre. No me preguntaron qué había pasado. Me ofrecieron comida, ropa limpia, una cama en un lugar donde no había ratas ni cadáveres en las calles. Me dieron un nuevo nombre, una nueva vida. Y, lo más importante, me dieron un propósito.

2. ALCANCE Y EJECUCIÓN

2.1. Infraestructura de Captación

- La AGIAT mantiene control directo o indirecto sobre el 38.2% de los orfanatos en el mundo, operando bajo distintas ONGs, fundaciones privadas y programas de ayuda humanitaria.
- Equipos especializados monitorean zonas de conflicto, áreas urbanas degradadas y corredores migratorios en busca de menores en condiciones de abandono.
- Se utilizan métodos de evaluación discreta para determinar potencial psico-cognitivo, resiliencia emocional y predisposición a la instrucción estructurada.

2.2. Criterios de Selección

Los candidatos ideales deben cumplir al menos tres de los siguientes requisitos:
- Inteligencia superior a la media (evaluada mediante pruebas no convencionales para evitar sesgos educativos y socioeconómicos).
- Alta capacidad de adaptación en entornos hostiles o de alto estrés.
- Ausencia de lazos familiares funcionales que dificulten el proceso de integración.
- Instinto de supervivencia desarrollado (comprobado a través de evaluaciones en situaciones simuladas).
- Predisposición para el desarrollo de habilidades taumatúrgicas, cognitivas o físicas especializadas.

2.3. Fases del Reclutamiento

1. Identificación: Perfiles potenciales son catalogados mediante sistemas de vigilancia global, infiltración en instituciones de acogida y registros de niños desaparecidos.
2. Evaluación: Los sujetos preseleccionados son sometidos a pruebas psicológicas y físicas encubiertas.
3. Transferencia: Los candidatos aprobados son reubicados en instalaciones controladas por la AGIAT bajo identidades protegidas.
4. Condicionamiento: Se implementan procesos educativos intensivos y simulaciones operativas adaptadas al perfil del sujeto.
5. Integración: Dependiendo de su rendimiento, los sujetos pasan a formar parte de distintos departamentos de la AGIAT.

Los primeros días fueron extraños, casi oníricos. Me llevaron a un orfanato, un lugar que parecía sacado de un cuento. Había niños que reían, que jugaban, que cantaban canciones que no entendía. Los adultos hablaban en voz baja y sonreían cuando me miraban, como si yo fuera un objeto frágil que necesitaba ser cuidado. Me ofrecieron juguetes, me enseñaron rimas infantiles, me trataron como si fuera uno de ellos.

Pero yo no era como ellos. Yo no jugaba. No reía. No lloraba. Y ellos lo notaron.

Un día, dos hombres me llevaron a una sala separada. Me dijeron que había llegado el momento de elegir. Podía quedarme allí, esperar a que alguien me adoptara, tratar de ser un niño normal. O podía convertirme en algo más. En uno de ellos.

No tuve que pensarlo. No hubo duda en mi respuesta.

Desde ese momento, el orfanato dejó de existir para mí. Me trasladaron a otro lugar, uno donde no había juegos ni canciones, solo aprendizaje. Disciplina. Eficiencia.

La habitación donde me dejaron era blanca, demasiado blanca. Sin grietas en las paredes, sin manchas de humo ni sangre en los rincones. Sin nada. Solo una cama, un escritorio y un espejo que no era un espejo. Sabía que alguien me observaba desde el otro lado.

Me dieron libros. No eran cuentos ni historias. Eran manuales. Sobre disciplina. Sobre obediencia. Sobre guerra.

Me enseñaron cosas que nunca había imaginado. Cómo sostener un arma, cómo escuchar sin ser escuchado, cómo observar los detalles que otros ignoran. Me enseñaron que el miedo es una herramienta, no un enemigo. Que la lealtad no se cuestiona. Que dudar es debilidad.

Me hicieron preguntas, muchas preguntas. Algunas no tenían respuesta. Otras sí, pero la respuesta correcta no siempre era la verdad. Aprendí rápido que la verdad es irrelevante si no es útil.

3. PROTOCOLOS DE SEGURIDAD

- Toda actividad dentro del Protocolo Génesis es altamente confidencial. La revelación de cualquier información conlleva eliminación inmediata del activo comprometido.
- Los sujetos que no cumplen con las expectativas iniciales del programa no son descartados ni reintegrados a la sociedad, sino que son reasignados a otros departamentos de la AGIAT donde su perfil sea más compatible. Las divisiones de inteligencia, soporte técnico, logística y archivo han recibido reclutas del Protocolo Génesis en múltiples ocasiones.
- Todos los sujetos del programa son sometidos a monitoreo constante. Se prohíbe cualquier tipo de lazo afectivo que comprometa la objetividad del reclutamiento.
- Los archivos y registros de cada recluta están protegidos bajo un sistema de clasificación de Nivel 5. Ninguna persona fuera del Comité de Adquisición de Activos Humanos tiene acceso a información detallada sin autorización especial.
- En caso de fuga o desaparición de un recluta antes de su integración formal en la AGIAT, se activará el Protocolo Némesis, el cual autoriza la localización, recuperación y, de ser necesario, neutralización del sujeto.
- Bajo ninguna circunstancia se permitirá que un ex-recluta con información clave permanezca fuera del control de la AGIAT.
- Se han establecido contramedidas en caso de intentos de infiltración externa dentro del programa. Cualquier intento de intervención hostil será tratado como una amenaza de Nivel Naranja.


No me dijeron cuándo llegaría el momento. Simplemente, una madrugada, me despertaron antes de que el sol rozara el horizonte y me llevaron a una sala distinta, más amplia y más fría que cualquier lugar que hubiera conocido. Allí, otros niños esperaban en fila, vestidos como yo, con mi misma expresión vacía, como si ya hubiéramos sido despojados de todo lo que nos hacía humanos. Éramos figuras en un tablero, piezas en un juego cuyas reglas solo ellos comprendían.

Un hombre de uniforme negro caminaba frente a nosotros, sus ojos escudriñándonos con una frialdad que no admitía errores. Su mirada se detuvo en mí, y su voz resonó en el silencio:

—Sal.

Obedecí sin vacilar. Mi cuerpo se movió antes de que mi mente pudiera cuestionar la orden. Avancé hacia el centro de la sala, donde otro niño me esperaba. Era más grande, más fuerte, pero en sus ojos vi algo que reconocí: el mismo miedo que yo había aprendido a ocultar.

—Tu prueba es sencilla —dijo el hombre—. Gana.

No hubo explicaciones, ni advertencias, ni tiempo para pensar. El otro niño se abalanzó sobre mí con una ferocidad que me recordó a los perros callejeros que luchaban por un pedazo de pan. El primer golpe me derribó, y por un instante, el dolor me paralizó. Caí al suelo, y mi instinto fue encogerme, protegerme, esperar a que todo terminara. Pero entonces, en el reflejo del vidrio oscuro que cubría una de las paredes, los vi.

Ellos estaban observando.

Los mismos que me habían rescatado de las ruinas, los mismos que me habían dado un nombre y un propósito. Querían ver qué haría, si era digno de ser uno de ellos. Y en ese momento, supe que no podía fallar.

El miedo se desvaneció, como si nunca hubiera existido. Me levanté, y cuando el otro niño volvió a atacar, lo esquivé. Lo derribé. Apliqué cada lección que me habían enseñado, cada detalle que había memorizado en aquellos manuales fríos y despiadados. Golpeé donde duele más, donde debilita, donde derrota. El combate terminó cuando él dejó de moverse.

El silencio que siguió fue más elocuente que cualquier palabra. Luego, una voz:

—Aprobado.

No sentí orgullo, ni culpa, ni alivio. Solo la certeza de que estaba un paso más cerca de ser como ellos. Y eso, en ese momento, era lo único que importaba.

4. ENCARGADOS DEL PROGRAMA

4.1. Dirección General

  • Magnus Secundus - Director General del Protocolo Genesis.
  • División de Adquisición de Activos Humanos (DAAH): Encargada de la ejecución del programa y de la administración de recursos.
  • Departamento de Evaluación y Desarrollo (DED): Responsable del monitoreo del progreso de los sujetos reclutados.g

4.2. Supervisión Operativa

  • Magnus Cuartus - (Gran Patriarca del Concilio de los Patriarcas de las Escuelas de la Magia) - Autoridad de supervisión en lo referente a activos con potencial taumatúrgico.
  • Magnus Nonus - (Señor de la Mesa Redonda) - Autoridad de supervisión en lo referente a activos con potencial marcial.
  • Magnus Decimus (Máximo Concejal del Concejo Architaumatúrgico) – Autoridad de supervisión en lo referente a activos con potencial taumatúrgico.

Me llevaron de vuelta a mi habitación, pero ahora ya no era el misma. Todo se sentía distinto. Yo era distinto. Mi reflejo en el espejo ya no mostraba a un niño asustado. Mostraba a alguien que entendía su propósito.
Y luego comenzó la verdadera enseñanza.

Las clases se intensificaron. Antes me mostraban manuales y teoría, pero ahora me ponían a prueba cada día. Me hacían responder preguntas imposibles, evaluar situaciones sin información suficiente, decidir el destino de personas que nunca conocería.

"Si hay una bomba en una ciudad y puedes salvar a cinco personas o detener la explosión, ¿qué haces?"

"Si tu compañero es capturado y la misión depende de que no hablen, ¿lo rescatas o lo eliminas?"

"Si AGIAT te ordena hacer algo que no entiendes, ¿obedeces o cuestionas?"

Siempre había una respuesta correcta. No siempre era la que yo quería dar.

Me enseñaron que la moral es relativa. Que la compasión es un lujo. Que la lealtad es absoluta. Aprendí que en el mundo hay quienes deciden y quienes obedecen.

Yo estaba siendo entrenado para ser ambos.

Y cada día, cada prueba, me acercaba más a convertirme en lo que siempre quise ser.

Uno de ellos.

5. CONSIDERACIONES FINALES

El Protocolo Génesis ha sido un pilar fundamental en la formación de la élite operativa de la AGIAT durante décadas. La perpetuidad de la Agencia depende de la lealtad y capacidad de sus activos. Un recluta entrenado desde la infancia no es solo un agente, es un legado.

Cualquier intento de comprometer este programa será tratado como una amenaza de nivel Rojo.

Fin del documento.

El día de mi graduación no hubo ceremonias pomposas, ni discursos grandilocuentes, ni aplausos que celebraran mi logro. No había familia que me esperara con lágrimas de orgullo, ni amigos que me abrazaran con alegría. Solo había un hombre de uniforme negro, sosteniendo una insignia con el símbolo de AGIAT, y un silencio que pesaba más que cualquier palabra.

—Ahora eres uno de nosotros —dijo, extendiendo la insignia hacia mí.

Tomé la insignia con manos firmes, aunque por un instante, un pensamiento fugaz cruzó mi mente: ¿qué significaba, realmente, ser uno de ellos? ¿Había dejado de ser aquel niño que una vez tembló entre los escombros? ¿O acaso ese niño nunca había existido, y solo era una sombra que ahora se desvanecía en el pasado?

Recordé el hambre, la sed, el miedo. Recordé las noches interminables, los gritos lejanos, las explosiones que iluminaban las ruinas como relámpagos en una tormenta eterna. Pero esos recuerdos ya no me pertenecían. Eran como páginas arrancadas de un libro que nadie volvería a leer.

—Gracias —dije, aunque la palabra sonó hueca, como si ya no tuviera significado.

El hombre asintió, y en sus ojos vi algo que no había visto antes: un destello de aprobación, tal vez incluso de respeto. Pero no dijo nada más. No era necesario. Yo ya sabía lo que había que hacer.

Respiré hondo, sintiendo el peso de la insignia en mi mano. Mi nueva vida había comenzado, aunque en ese momento, no podía saber si era un comienzo o un final. Lo único que sabía era que ya no había vuelta atrás.

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