La noche que puso fin a la diversion
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A pesar del jubilo y la energía que desprendían los invitados, un pequeño grupo de guardias de seguridad en la entrada al centro comercial que daba acceso a la Plaza del Sol desprendia todo lo contrario. Su misión era salvaguardar el ambiente festivo que se vivía en el interior del recinto, debido al festival cultural que se realizaba por motivos de mercadotecnia, entre ellos, no había ninguna gracia en vigilar al público que entraba y salía.

—¡Qué fastidio! —exclamó el más viejo del grupo, aunque nadie le prestó atención.

Quejas como esa no eran raras para ellos. Simplemente, lo más emocionante era esperar a que algo fuera de lo normal ocurriera o que alguien sufriera un accidente.

Podría sonar mal, pero para ellos su trabajo era de lo menos interesante, si bien debían proteger a los civiles en caso de una emergencia, la Plaza del Sol tomaba tantas medidas de seguridad que incluso los guardias novatos eran gente muy capacitada en su área, limitándose a vigilar.

Para su sorpresa o desgracia, su tan ansiada “rareza” apareció, aunque con una lentitud totalmente irritante. Una figura delgada caminaba muy lentamente con todo el tiempo del mundo, sin parecer llevar ropa alguna, aunque tampoco mostraba rasgos de desnudez. Además, su inexpresivo rostro dejaba más dudas, siendo lo único rescatable de este eran dos largas salientes en forma de cuerno.

La gente simplemente lo evitaba mientras caminaba. Si bien su presencia no intimidaba como la de una bestia salvaje, generaba un sentimiento de extrañeza que provocaba esta acción de evitarlo; El extraño ser caminaba junto a la multitud que iba y venía. La escena de una piedra repeliendo el paso de un río se podría imaginar en la mente de alguien que presenciara lo sucedido.

—¡Oye! —exclamó uno de los guardias que observaba al ser.

Sin darle importancia o simplemente sin escuchar lo que dijo, sus colegas no reaccionaron.

—Estos jóvenes de hoy en día, podrá ser el festival, pero no por eso pueden andar flojeando —se quejó el líder mientras miraba a su cansado grupo.

—Anciano, ¿qué pasa? —preguntó uno de los guardias.

—Bueno, déjame pensar. Timothy casi se cae mientras dormía pegado a la pared, y tú estás jugando tanto con tu magia de humo que estás empezando a molestar a la clientela. —Observando al resto de sus compañeros, los cuales solo levantaron los hombros sin saber qué responder.

Aunque no podía enojarse del todo, ya que por su culpa estaban metidos en esta situación. Al menos tendrían algo interesante que ocupara su aburrido trabajo.

La figura ennegrecida se detuvo a solo un par de metros y empezó a observar el espléndido lugar. Era enorme, con muchas luces artificiales adornando grandes vitrinas que exponían extraños objetos para quien los observara.

—Disculpe… —habló un pequeño niño a los guardias.

El anciano se agachó para generar confianza en el niño.

—¿Qué pasa, pequeño? ¿Te has perdido? —preguntó el jefe del grupo.

—Hay un hombre extraño que me da miedo -hablo temerosamente.

El guardia echó un vistazo rápido al lugar, pero no pudo notar nada ya que estaba agachado. Se levantó y miró de nuevo, encontrando al sujeto. Parecía una piedra negra en medio de un río de personas.

—Ya veo, no te preocupes pequeño. —El anciano sobó la cabeza del niño, después de terminar de sobarlo, el niño empezó a correr mientras se acercaba a su familia que lo estaba observando de lejos.

Después de un momento, el anciano cambió su amable rostro por uno de enojo, alzando su brazo miró fríamente a sus compañeros casi dormidos, esto lo hizo fruncir aún más su ceño, de pronto un grupo de luminosos seres halados en miniatura aparecieron en la cabeza de cada guardia.

Eran un pequeño grupo de mariposas de luz, invocaciones espiritistas que el anciano guardia había convocado con la intensión de levantar a sus dormidos compañeros, de pronto el espiritista bajó su mano alzada dándole una señal a sus invocaciones, las cuales procedieron a golpear la cabeza de sus compañeros, desapareciendo después del impacto.

—Malditos holgazanes, miren lo que no hacen. Un niño hizo un mejor trabajo que todos vosotros par de inútiles. ¿Y así se hacen llamar guardias? —Con enojo, miró a sus guardias que se levantaron tras el golpe espiritual.

Chasqueando sus dientes, fijó su mirada en el provocador de todo este temor. No parecía un tipo tan aterrador, aunque sí daba una sensación extraña al verlo. Siendo honestos, parecía un invitado disfrazado del festival que se había perdido.

Rascándose la cabeza, envió a uno de sus guardias para que le explicara dónde estaba y que lo ayudara a orientarse.

La existencia de gente perdida dentro de la Plaza del Sol no era algo extraño. Al ser un lugar muy grande, parecía más una mini ciudad, era normal ver a turistas perdidos en la plaza oeste, donde se encontraba el área de joyas y costosas opulencias, preguntando por la zona de muebles, ubicada en la zona este.

Ellos se ubican en la zona norte, en el área de misceláneas mágicas y herramientas del hogar. Tener una parada de autobús ubicada justo en frente de su entrada genera este tipo de confusiones, y en este día en particular, al ubicar el festival dentro de todo el recinto, aumenta aún más las confusiones.

No les costaba nada ubicar una zona especial para el festival, pero para ahorrarse el hecho de acomodar, contratar y arreglar los preparativos para eso, los administradores decidieron utilizar los puestos que ya tenían, haciendo que la zona del festival de un lugar en específico se expandiera a todo el centro comercial.

—Buenas noches. -Un sujeto equipado con un traje mágico se acercó a él.

El sujeto levantó la mano, esto fue una acción extraña para él, por lo que simplemente imitó la acción, él no podía dejar de extrañarse ante la llamativa vestimenta del individuo que le obstruyo el paso, aunque es un sentimiento normal.

Como se refirió anteriormente la Plaza del Sol gastaba una buena cantidad de recursos en la protección y seguridad de su recinto, haciendo que por ejemplo, los guardias incluso los de menor rango se les entregaba un equipo encantado que hacia elevar en mayor medida sus capacidades físicas y taumaturgicas.

Al parecer, el hombre estaba tratando de explicarle algo, pero no entendió nada porque no hablaban el mismo idioma. Sabía un poco, pero su conocimiento era limitado, solo pudo entender “festival” y “puerta norte”. Aunque el sujeto trataba de ser amable, solo sentía fastidio al escucharlo hablar.

Mientras observaba a su campañero hablar con el extraño, el anciano empezó a escuchar algunas quejas.

—Ves jefe, solo era un turista distraído -exclamó uno de sus hombres.

Ya habían visto a mucha gente descuidada y esto se debía en gran parte a la mala administración del evento. La Plaza del Sol no estaba falta de dinero ni mucho menos, pero solo por marketing decidieron hacer un “festival cultural”, contratando a artistas mediocres o de sueldo mínimo, permitiendo el libre uso de disfraces de diferentes mitologías y culturas.

—¿Y si no fuera así, eh? -Lo miró con desaprobación.

—Por favor jefe, solo estamos aquí porque usted quería tener más dinero para comprar la lanza de su hermano.

—Silencio, tú también viniste por el pago extra.

—Bueno jefe, yo vine solo para pasar el rato con mi hijo.

—Y yo por la buena música de los artistas, abuelo.

Cuando los guardias exclamaron, otros se unieron a su coro.

—Sí, Bob, trajiste a tu hijo porque nos dieron descuento por traer familiares a los mediocres cantantes.

—María, por favor, solo vas a escuchar a la excusa de músicos por los dulces extra que regalan al público —refutó el anciano jefe a sus guardias.

—¡Oye!

Antes de comenzar un nuevo regaño, fue detenido por el grito de uno de sus guardias. El anciano se volteó para ver por qué estaba exaltado y vio cómo el guardia que había sido enviado estaba siendo agarrado por los hombros por el sujeto que estaba interviniendo.

—Espe… ¡ESPERA! -entre quejidos, el sujeto fue levantado hasta una altura considerable.

Estaba disgustado por la presencia del hombre. Ya había tenido suficiente de su falta de respeto, por lo que decidió darle un recordatorio, un recordatorio muy drástico.

—Tú… molestar… caminar… solo… yo… paz —fueron las palabras que salieron de la boca del alborotador.

—¿AH? —sin llegar a entender lo que dijo, el sometido guardia solo pudo expresar un sonido de confusión.

Después de eso, el sospechoso bajó lentamente al guardia y puso sus pies en el suelo.

El guardia confundido solo esperó que alejara sus manos de su cuerpo.

Ya habiendo alejado sus manos, empezó a caminar, pasando de largo al atónito guardia. Este último, por su parte, reaccionó instintivamente y agarró la oscura mano del sujeto que lo había sometido. Esta acción generó ira en el ser, quien le dio un golpe con su mano libre.

Para él no había sido un golpe fuerte, o bueno, para los de su clase, ni siquiera él podría considerarse fuerte para los más entrenados. Pese a ello, la expresión del hombre al recibir el golpe fue de genuino dolor.

El negro ser se sorprendió en un instante, generando varias preguntas en su cabeza, pero estas fueron detenidas en un parpadeo al ver cómo, a pesar del dolor, el hombre seguía impidiendo su paso. Impresionado, él quiso comprobar su resistencia ya sea porque fuera del individuo en si o por el traje mágico que porta, en cualquier caso observo a su objeto de prueba, según sus llameantes ojos, procediendo a golpearlo nuevamente, no solo una ni dos, sino varias veces.

Cuando el hombre estaba a punto de desplomarse, sintió cómo su equipamiento generaba un proceso taumatúrgico. Esto generó más interés en él, asegurando con su ahora libre mano al desafortunado experimento. El pobre hombre solo pudo ver cómo el puño libre de su agresor empezó a generar chispas de fuego.

Pero no había tiempo para prestarle atención a eso, ya que el hombre simplemente dejó de pensar debido al fuerte impacto entre su tórax y el puño llameante de su agresor. Satisfecho por los resultados, él soltó al sujeto.

Entre quejidos, el guardia fue empujado y cayó de espaldas. Sus compañeros, al ver esto, fueron a socorrerlo. Mientras tanto, la figura ennegrecida no se molestó en voltear y ver al hombre ensangrentado, simplemente continuó con su caminata. Los guardias pasaron de largo del agresor, ya que primero era la seguridad de su amigo, y no intervenir a su atacante, al menos eso creían.

Chasqueando su lengua, el encargado del grupo usó su radio para avisar sobre un visitante problemático que ingresaba por la puerta norte del centro comercial. Terminando de hablar, guardó su radio y empezó a moverse, poniéndose en el camino del agresor. Lo miró fijamente y decidió avanzar con la intención de interceptar su lenta caminata.

Un hombre mayor empezó a avanzar hacia su dirección, pero él no se molestó. Entre pensamientos, el anciano jefe empezó a preparar su espiritismo.

Los dos caminaron lentamente mientras el público los observaba intrigados. ellos se miraban, se ojeaban de pies a cabeza, ambos se estaban analizando. Aunque no lo pareciese, estos dos sabían que el sujeto delante era peligroso.

Mientras el anciano miraba los largos cuernos de su oponente, este último se inquietaba con el sonido producido por las botas de punta de metal del anciano. Solo detuvieron su andar al tenerse mutuamente de frente, ojos llameantes y ojos cansados, indiferencia infernal y espíritu de antaño. Existían muchas formas de referirse al choque de descripciones de ambos sujetos, ya que no podían ser más dispares.

Pero antes de siquiera poder escuchar el sonido del enfrentamiento, antes incluso de poder observar las invocaciones del espiritista, antes que nada, los espectadores, los simples visitantes al centro comercial, solo pudieron ver cómo el hombre expreso un sentimiento de dolor antes de su caída.

El ennegrecido problemático solo lo miro desplomarse, lo observo por unos instantes antes de empezar a avanzar hacia el interior de la gran Plaza del Sol….

Al parecer, chocar la fuerte voluntad del espiritista ante la caótica raíz de un ente demoníaco resultaba en un gran desgaste taumaturgico que su viejo cuerpo no le permitía soportar.



Impresionado por la extrañeza del lugar, caminaba muy lentamente, observando detalladamente los pequeños detalles del sitio.

Como provenía de otro plano, estos sitios eran muy raros para alguien de su clase. La gente lo observaba, lo que lo molestaba, ya que había tenido un problema con un mentiroso sucio y un intento de espiritista al entrar al lugar. Por ello, creía que sus miradas eran el comienzo de una segunda intervención problemática.

No se podría decir que el forcejeo era la razón por la cual ahora tenía la atención de todas las miradas. En realidad, era por su extraña apariencia. En el exterior, con la luz de la noche, parecía extraño, pero aún se podía pensar que se trataba de un disfraz. Sin embargo, ahora, con la luz artificial, se dio a conocer su verdadera forma. Era muy delgado y, junto con su tamaño considerable, lo hacían parecer aún más extraño. Resaltaba como un monstruo de la película "Alíen" o, mejor dicho, como un demonio de alguna cinta de hollywood, incluso entre aquellos que usaban disfraces llamativos para el festival.

Ya habiendo avanzado lo suficiente, se detuvo en un pequeño puesto. La vendedora no notó su presencia hasta el momento en que volteó con una bandeja en la mano, llena de pequeños dulces cortados en rectángulos, casi botándolos.

—Ah, buenas noches —habló nerviosamente, tratando de dar un saludo siguiendo su protocolo establecido.

La vendedora pensó inicialmente que se trataba de un sujeto disfrazado del festival. De todas formas, ya había atendido a algunos, pero el sujeto que estaba delante de ella desprendía una presencia extraña.

Ella solo se quedó inmóvil. Él no sintió molestia en su mirada, sino un sentimiento de extrañeza y temor. La humana frente a él tenía un plato lleno de extraños objetos cortados, pero él no entendió el porque de esto.

Al no entender la situación decidió mirar a su alrededor viendo cómo el resto de humanos se le quedaban mirando. Esta vez no le fastidió, ya que no les estaba prestando atención a sus miradas sino a lo que tenían en sus manos. Empezó a darse cuenta de que tenía que agarrar los trozos cortados.

Alzando su mano, agarrando una muestra gratis del producto. Aplastándolo con sus dedos mientras lo acercaba a su rostro y lo observaba con sus llameantes ojos. Por un momento, la vendedora pensó que lo iba a consumir, aunque descartó la idea al ver la inexistente boca del traje. En su lugar, solo lo mantuvo cerca de su rostro observándolo, dando la apariencia de que lo estaba analizando.

—Buenas noches, señor —ya habiendo agarrado confianza, la vendedora decidió seguir con su protocolo.

—Estas son muestras gratis, gracias a la promoción del 2x1 en nuestros productos.

Al cabo de un rato, una pequeña abertura apareció en el rostro del supuesto disfraz, parecía como el pequeño agujero donde sale el liquido de los paquetes de champú.

La vendedora lo miró confundida, era muy pequeño para ser considerado una boca. La idea de un hombre que pagó por un mal traje pasó por su mente. Aun incrédula, miró cómo torpemente el hombre supuestamente disfrazado metía el aplastado dulce en su diminuta abertura que asemejaba a una boca.

No parecía que lo masticara ni que lo comiera, solo lo metió y un pequeño humo salió de esa abertura.

—Son unos dulces típicos de… —Siguiendo el protocolo, trató de informar sobre el dulce al “cliente”, aunque fue interrumpida por el rápido hurto de su bandeja.

Ahora estaba más que encantado con el exquisito manjar que se le había presentado, agarrando toda la bandeja de muestras gratis y como si fuera un hombre hambriento la llevo a su rostro, donde la pequeña abertura se abrió como una boca de serpiente, mostrando unas enormes fauces de fuego.

Sin saber cómo reaccionar, ella solo observó cómo él masticaba con gran alegría sus muestras gratis. En ese momento, ella se dio cuenta de que no se trataba de un disfraz, sino de su demoníaco cuerpo.

Las muestras se le caían por los extremos de su boca, pero no le importaba, tenía más por venir. La gente solo podía mirar con desagrado la escena.

Terminando de masticar, él empezó a recoger con su mano los pedazos de dulce que le cayeron al pecho, los agarraba entre sus dedos y, si no fuera ya desagradable, empezó a chuparlos.

Parecía un niño jugando con su comida.

Al terminar su grotesco acto, habló.

—Más…

—¿Disculpe? -preguntó confundida la vendedora, pero antes de poder pensar, se escuchó un estruendo.

El ennegrecido ser rompió el mostrador frente a él y comenzó a sacar toscamente varias cajas de diferentes sabores.

—¡oye! —tomando valor, la vendedora le gritó al problemático sujeto, pero sin obtener resultado alguno.

Ahora, con la emoción del momento, intentó detener al sujeto, pero antes de poder hacer algo, él le clavó su mirada. Un simple vistazo a esos ojos llameantes bastó para apagar la llama creada por la emoción. Ahora, asustada, la vendedora se resignó a agacharse mientras le robaban sus productos.

La gente alrededor se asustaba y se conmocionaba ante este problema. Vivieron varios momentos de terror, pero antes de que el pánico aumentara, llegaron sus defensores.

—¡Maldito! -exclamó un hombre en traje de seguridad.

—¿Cómo te atreves a lastimar a nuestro jefe?

—¡Maldito borracho!

De pronto, varios guardias empezaron a rodear al sujeto. Eran los guardianes de la entrada norte de la Plaza del Sol. Dejando sus amados dulces de lado, él se volteó lentamente y observó a los fastidiosos hombres que impidieron su entrada al extraño lugar.

—¿De verdad pensabas que podías lastimarme y salirte con la tuya? —Un hombre mayor salió de entre los guardias.

Los viejos adversarios se miraron. A pesar de haber tenido un altercado hace pocos instantes, sus miradas expresaron un odio que reflejaba una gran ira, como si la tuvieran acumulada desde hace muchos años.

—Ahora somos un grupo de guardias contra ti, maldito fenómeno —exclamo el anciano.

Los guardias se empezaron a dispersar rodeando al alborotador, cada uno de ellos se puso a un extremo evitando las aberturas para impedir su huida, acorrandolo en el mostrador.

Cada uno empezó a activar su magia. El primer movimiento taumaturgico por parte de los guardias , se resumía en uno de ellos generando humo, este humo se extendió a rededor de sus compañeros.

Mientras los mas cercanos a él empezaron a generar magia, uno de ellos formo una bola de fuego en dirección al ahora acorralado sujeto, el otro por su parte generó electricidad. Él estaba intranquilo, estaba rodeado por 5 guardias, dos de ellos estaban cargando sus hechizos elementales a sus extremos, mientras en su delantera tenia al viejo espiritista y dos hombres, uno de ellos había generado el humo.

—Bueno chicos ahora si nos van a pagar bien, muy bien —exclamó el guardia al extremo de él mientras lanzaba su bola de fuego.

Él se cubrió con sus brazos evitando una parte del daño, pero no fue suficiente, ya que otro hechizo, ahora de electricidad, lo golpeo por el lado derecho.

Antes de poder reaccionar vio como varios pequeños destellos de luz salían disparados a su dirección, como si se tratasen de balas, él no tuvo tiempo para poder distinguir en que consistían esos proyectiles, ya que antes de poder verlos con detalle un conejo verde se lanzó sobre el, golpeadon su tórax cayendo de espaldas.

El conejo y las pequeñas luces las cuales ahora en calma dejaron notar su apariencia de mariposa, regresaron al costado de su espiritista, este por su parte exclamó.

—Ahora, tú solo no puedes con nosotros maldito fenómeno.

Retorciéndose él agarro el platillo con el que antes se estaba deleitando de deliciosas comidas, arrojándolo con gran fuerza hacia el espiritista, quería devolverles el sentimiento de dolor que le habían causado sus mariposas.

Se escuchó un impacto, pero para desgracia del alborotador, no se trababa del sonido del objeto golpeando el tórax del anciano, si no del sonido de impacto entre el platillo y la mano del único guardia que no mostró capacidades taumaturgicas.

Él se dio cuenta que ese guardia no uso su magia en un hechizo contra él si no para el mismo, el guardia mostraba una gran musculatura que antes no poseía, pero antes de que pudiera reaccionar, el ahora musculoso hombre lanzo el platillo de regreso a él.

Otro sonido de impacto se escucho en ese lugar.

Entre risas los guardias se mofaron de la criatura en el suelo, nada que él pudiera hacer podría librarlo de esta situación. El alborotador se empezó a levantar, estaba herido, mientras se recomponía sentía como el humo se ponía a su alrededor, pero no le importo. Solo fijó su mirada ante el anciano espiritista.

Expectantes, los guardias vieron con desagrado como el demonio empezaba a abrir su monstruosa boca, aún se podía ver restos de dulce quemado entre sus fauces, mientras hablaba con una simple y tenue seriedad, como si no le importara sus heridas.

—Quien… dijo…que… yo… estaba… solo…

Antes que los guardias pudieran reaccionar, un estruendo chocó el lugar como si un temblor hubiera tenido su epicentro en centro comercial.

Todo el mundo se asustó mientras el único que estaba calmado simplemente se alzaba de pie preparado para la lucha, lastimosamente el jovial ambiente del festival no pudo ser protegido.


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