—La maté…— mi hermana al otro lado de la línea se lamentaba entre lágrimas.
—¡Perdóname de verdad lo lamento!, sé que prometimos no enloquecer antes de recuperarla, y yo… ¡no soportaba la presión! Además, ni siquiera sabíamos si aún era nuestra mamá… ¡Argh!… no tenía planeado hacer esto, nunca fui la más lista de entre nosotros dos… pero he tomado a una decisión. Voy a encontrar a ese hijo de puta y… haré que arregle todo esto.
Sentí el frío recorrer mi columna y rogué de que todo esto fuera una broma, —Verónica… de que hablas, ella está ahí abajo. Me está llamando, por favor quédate en línea, iré a ver.
Me levanté de mi cama, mi hermana gritó algo pero solo escuche un sonido inaudible por la presión que sentía, bajé las escaleras lentamente y la escuche de nuevo: "¡James, la cena!". Esa cosa durante todos estos años nunca había producido ningún sonido, y aun así… De algún modo, se sintió reconfortante escucharla hablar de nuevo.
Desde las escaleras, solo se apreciaba una gran mancha de sangre sobre las paredes de la cocina, pero, no había nadie, esto me inquietó, y mentalmente me intenté convencer de que solo era una jugada de mi mente, hasta que volví a escuchar su voz… Llamándome nuevamente, mi visión se comenzó a nublar y comencé a sentir un extraño vértigo.
Cuando intenté subir las escaleras, me tropecé varias veces, y al llegar a la habitación le hablé a mi hermana, pero no contestó. Agarré el revólver debajo de mi cama y apunté hacia la puerta, y aunque mi visión estaba atrofiada y apenas lograba visualizar mis manos, escuchaba su voz en mi cabeza resonar varias veces, el sonido chocando con las paredes de mi mente. Tras unos minutos las voces cesaron de golpe, solté un suspiro, pero fui interrumpido por unos pasos, los cuales al principio eran lentos y suaves, pero empezaron a aumentar como si se dirigieran hacia mí corriendo, entre en pánico así que cerré mis ojos, y al escuchar abrirse la puerta, disparé sin pesarlo.
Cuando volví a abrirlos estaba cayendo desde mi ventana, y lo último que pude apreciar fue a mi madre llorar. Me miraba sin ninguna expresión en su rostro, lágrimas vacías. Segundos que se sintieron una eternidad mientras aceleraba hacía el pavimento. Y un instante antes de tocar el suelo, sonrió.